El amigo
americano

Xarriell Sarabia
Pablo Larraguibel

Otros especiales

 

La historia es ya bastante conocida. Después de el tremendo, además de inesperado, éxito de Buena Vista Social Club, Ry Cooder decide hacer una segunda parte. Esta tendría a Ibrahim Ferrer como solista acompañado del resto de reencontradas estrellas que participaron en la primera grabación. Buena oportunidad para convencer a Win Wenders, amigo de Cooder –por haber tenido juntos varias experiencias profesionales, entre otras la música de Paris-Texas, la película dirigida por el alemán y musicalizada por el norteamericano–, de las maravillas musicales que podrían traducirse en excelentes imágenes cinematográficas si se le añadían las sorprendentes historias de estos por muchos años postergados músicos. Además, como telón de fondo, la ciudad de La Habana, derruida, hedionda y cautivante. Afortunadamente, el cineasta alemán hizo caso al "amigo americano"  

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El comandante mandó a parar
 
En 1958 sólo
La Habana
contaba, según el
escritor español
Miguel Barroso
con, por lo menos,
1170 bares y
locales nocturnos
musicales,
250 clubes sociales
con actividad
musical y más de
50 orquestas populares,
100 discotiendas
y 150 tiendas de
instrumentos.
Cuba, y en especial La Habana, fue antes de la Revolución, un auténtico lugar de encuentro de músicos, baile y fiesta, más allá de los lugares comunes que se han creado, ciertos o no, sobre esa época. En 1958 sólo La Habana contaba, según el escritor español Miguel Barroso con, por lo menos, 1170 bares y locales nocturnos musicales, 250 clubes sociales con actividad musical y más de 50 orquestas populares, 100 discotiendas y 150 tiendas de instrumentos.
El cuento es muy largo, pero a la vez sencillo: Revolución, bloqueo, ideología, Nueva Trova, "música moderna" en vez de jazz... Cuba, se ensimismaba, durante las décadas del sesenta y setenta la gran audiencia latina se abre al mercado de la salsa de Nueva York y del resto del Caribe. Más tarde se añade el merengue dominicano, y estos dos períodos se encargaron de echar al olvido la pretensión de que Cuba era la máxima autoridad musical del Caribe. Pero la salsa brava se agotó, se encontró en un callejón sin salida, y ya nadie compró, ni oyó, ni bailó sus nuevos discos. El merengue se apropió de ese espacio y lo compartió más adelante con la salsa erótica o romántica.
Por fin, después de una década de baja calidad y esporádicas producciones que valían la pena, llegó algo distinto. Los noventa nos presentaron un panorama más alentador. Cuba volvía a la escena, retomando su rol protagónico que había perdido en los cincuenta.
 

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A todos les gusta Cuba
 
Se desata una
maravillosa fiebre
que favorece
sin duda, la
resurrección de
mucha música y
músicos de calidad:
sellos discográficos
de todo el planeta
se disputan para
grabar a los
cubanos.
La onda retro, la nostalgia, la world music... han ayudado a la buena suerte del nuevo aire del son, dejando colar también a la salsa brava. Se desata una maravillosa fiebre que favorece sin duda, la resurrección de mucha música y músicos de calidad: sellos discográficos de todo el planeta se disputan para grabar a los cubanos. Encuentran las viejas grabaciones y las vuelven a reeditar; graban solistas de épocas doradas que salen de las catacumbas y controlan los mercados, manteniendo colecciones exclusivas de música cubana o de salsa. Nacen tiendas especializadas, libros, diccionarios, películas, todos bañados de son y caña.
Compay Segundo, el ejemplo estandarte de este fenómeno, es una flamante vedette. A sus 93 años, está en la cresta de la ola. Programas de televisión, portadas en muchas revistas internacionales y altísimos niveles de venta de los discos donde aparece su foto o su firma, en todo el mundo. En Europa, escenario dorado de este resurgimiento, es una sensación dentro la onda de reencuentro con "las músicas del mundo", donde se destaca sobre la música africana, la música celta, el flamenco y el fado. Sobre todo en España, que siempre ha estado enamorada de su isla y que ahora vive un momento de pasión musical.
Esta onda comienza en la península antes del fenómeno Buena Vista. Nombres como Santiago Auserón y su Juan Perro, La Vieja Trova Santiaguera, Almodóvar y su "descubrimiento" de La Lupe, treinta años después de sus éxitos, gracias a Teatro, incluida en el soundtrack de uno de sus filmes, etc. son parte de este renacer.
 

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Cosechando en el desierto  
Los músicos de jazz y rock se interesan en Cuba e inclusive se trasladan allá a grabar y logran conseguir sonidos añejos, debido a las características técnicas de los vetustos estudios
El buen momento de la música cubana comienza a dar sus primeros frutos mucho antes de que las circunstancias llevaran a Cooder a La Habana para el Buena Vista Social Club que ni siquiera se había imaginado.
La década de los noventa comenzó con buena estrella para la buena música en clave caribeña. Mario Bauzá, quien acompañó a los Afro Cubans de Machito durante todo el proceso inicial del Latin jazz, grabó en 1993 un CD denominado Tanga, recordándonos, que mucho antes de la salsa, las big bands eran las estrellas y que, nuevamente, tenían algo que decir. Andy García asume el proyecto Cachao y sus Master Sessions, el Conjunto Libre de Manny Oquendo y Andy González vuelve a grabar. Paquito D'Rivera, por esos años, es ya una institución en el mundo del jazz por donde pasea su saxo bañado de Caribe, y se dedica a grabar con asiduidad, sesiones de calidad. Dizzie Gillespie retoma también lo latino con The United Nations Orchestra, etc.
Los músicos de jazz y rock se interesan en Cuba e inclusive se trasladan allá a grabar y logran conseguir sonidos añejos, debido a las características técnicas de los vetustos estudios. Hoy en día, algo así, sólo puede ocurrir en La Habana. En 1996 el trompetista de jazz, Roy Hargrove, graba Habana, invitando a músicos cubanos. El encuentro no pudo ser más alentador. El CD ganó un Grammy como el mejor de Jazz de ese año. Mambo número 5, de Pérez Prado, vuelve a ser bailado después de casi medio siglo, gracias, o a pesar, del cantante pop Lou Bega. Carlos Santana, el primero de los mortales que consiguió una fórmula exitosa entre el rock y la música caribeña, arrasa en los premios Grammy con su sonido especial. Cyrius Martínez, cantante francés, logra un hermoso CD grabado en Santiago; además, se mete en la Casa de la Trova, donde graba y toma fotos musicales a todo lo que está a su alrededor, cual si fuera un anticuario.
Desde Cuba se hicieron intentos de nuevas propuestas para el bailador, que cristalizaron apenas en los últimos tiempos: el songo de los Van Van, la timba, NG la Banda y la Revé, entre otros.
El jazz latino está campante desde hace tiempo y los más animados son los ex Irakere: Paquito D'Rivera, Arturo Sandoval o el todavía director del mismo, Chucho Valdés, que a pesar de su pasaporte cubano, aparece casi mensualmente en Estados Unidos.
 

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Hermandad cubana  
Los músicos
cubanos están
contentos de que
la apertura
musical trascienda
la política.
En verdad están
logrando otra
manera de hacer
política y
economía.
Los músicos cubanos están contentos de que la apertura musical trascienda la política. En verdad están logrando otra manera de hacer política y economía. En el Caribe, ellos son los reyes de la globalización musical y se cruzan por el mundo sin distingo ideológico.
Jesús Alemañy con su grupo Cubanismo, ha grabado tres buenos discos en Cuba, pero su discográfica principal es de los Estados Unidos. Lo acompaña el pianista cubano Alfredo Rodríguez con un dato insólito y trascendente de este proceso: Rodríguez, tremendo pianista que había desertado de Cuba en los sesenta y que estaba enconchado en París, consigue la bendición para grabar en la propia Habana.
El inmortal pianista Bebo Valdés (padre de Chucho), toca por primera vez con su hijo, después de casi cuatro décadas.
Otro reencuentro entre cubanos de la costa oeste de los Estados Unidos y otros que permanecen en la isla, gracias al proyecto musical Caravana Cubana, dirigido por Perico Hernández, cantante cubano exiliado, tiene como sede la ciudad Los Ángeles.
Estos proyectos, por arriba de las absurdas fronteras manejadas a discreción por políticos de Washington, Miami y La Habana, son, afortunadamente, cada vez más frecuentes
 

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Cuba pide lo suyo  
...la constelación
cubana, Estrellas de Areíto, tal vez
más virtuosa que
la de Nueva York,
no logró calar
en el gusto de
bailadores y
melómanos de
aquel entonces.
A finales de los años setenta, ante la avalancha de éxitos que lograban innumerables grupos de Nueva York y el resto del Caribe, con lo que los cubanos consideraban su música, la de ellos, trataron de recobrar el tiempo perdido, dándose cuenta, por primera vez, del tesoro que tenían dentro. El intento, sin embargo, no fue duradero. Algunas orquestas como Son 14 sobrevivieron unos años frente al público del Caribe, pero una experiencia, aunque relativamente efímera y que pasó sin demasiada estridencia por el abarrotado mercado latino, resulta ahora significativa: las Estrellas de Areíto, grupo de famosos y también postergados músicos que habían brillado antes de la revolución y que habían permanecido en la isla, tratan de poner las cosas en su sitio frente a las Fania All Stars y todo su emporio. Pero la constelación cubana, tal vez más virtuosa que la de Nueva York, no logró calar en el gusto de bailadores y melómanos de aquel entonces.
Ahora parece que las cosas cambian y estos mismos señores son los que comandan las filas de Buena Vista Social Club. Muchos alejados de la música, más no de la rumba, hasta que Ry Cooder se sumerge en la propia Habana a tratando de entender el son, el guaguancó, y logra hacer reaparecer a unos abuelos maravillosos.
Al parecer era un proyecto con músicos africanos y de la isla, pero aquellos nunca llegaron; entonces fue cuando los desesperados Nick Gold, el productor, y Cooder, logran que Juan de Marcos González reclute, de puerta en puerta y una a una, a las glorias vivientes de la vieja música cubana.
Este era el plato que faltaba. La música caribeña está nuevamente recorriendo el mundo.
 

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Ficha técnica  
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Ry Cooder

Guitarrista, cincuentón, californiano, es un conocido bluesman. Trabajó como solista en sesiones especiales con los Rolling Stones. De amplia discografía que incluye varias bandas sonoras. Acompañó a Win Wenders en el memorable soundtrack de París-Texas –desoladora película, desoladora música, extraño film, extraña música; resulta obvio lo sintonizados que estaban ambos creadores–. Se vuelven a juntar en 1996 para hacer El fin de la violencia. Cooder ya conocía aquello de hacer "música exótica", y uno de sus experimentos ganó un Grammy en 1995. Esto fue por su trabajo con Alí Farka Toure, donde experimenta todo lo que puede caber dentro de una composición de blues incorporándole lo desconocido y hermoso de la música africana de Farka Toure. Luego, decide hacer Buena Vista Social Club, el disco con el que ha conseguido más reconocimiento.

 

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Compay Segundo

Curiosos nombres los de Francisco Repilado, el personaje más querido de toda esta historia. Este santiaguero se dio a conocer con el famoso Dúo Los compadres, el siempre competidor del Trío Matamoros desde los años cuarenta. Sus noventa y tres años lo colocan en la cima, tanto por su arte, como por su demostración de vitalidad. El eterno joven, Compay, sonríe, habla de su nueva novia, habla de amor con picardía, como si tuviera veinte años.

 
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Ibrahim Ferrer

Otro de Santiago, nacido en 1927, es el caso más conmovedor del proceso. Cuando habían pasado dos años de Buena Vista, Ry Cooder decide ponerlo de solista con el álbum Buena Vista Social Club presents Ibrahim Ferrer.
En el diario El País de Madrid, se dejan leer las siguientes frases del propio Ferrer: "Es un sueño de juventud realizado a los 70 años. He logrado lo que siempre yo anhelaba, que mi nombre saliera en la portada de un disco. Yo me conformo con eso". Es que Ferrer había sido llamado por Cooder para participar como el protagonista de la segunda entrega de Buena Vista. Este ejemplar es uno de los mejores discos grabados en 1999, según muchas revistas especializadas, más una venta millonaria. La nueva historia de Ferrer comenzó en 1996 cuando "Juan de Marcos se apareció porque me necesitaba para una grabación. Yo le dije que no quería cantar más. Estaba desilusionado. Me dijo, 'mire la única persona que me falta es usted. Además, vaya, se va a ganar 50 dólares. ¿Cuánto? Bueno, pues ya..."

 

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Rubén González

Con sus 81 años, es una estrella del piano, casi ¿o tal vez más? que cuando tocó con Arsenio Rodríguez en los cuarenta; incluso antes que Lili Martínez, para muchos el más influyente pianista cubano. Participó en varias de las grandes orquestas, como en la de los hermanos Castro y en la del inventor del cha cha chá, Enrique Jorrín. Hizo una pasantía por Panamá y llegó a tocar con la Billo's Caracas Boys. Pianista de las Estrellas Areíto.
Otro promotor del boom, Juan de Marcos González, le produjo un CD como solista Introducing... Rubén González uno de los del trío inicial de Buena Vista... Más adelnate se reeditó un LP de 1963, donde la estrella es Pucho Escalante, pero la maestría de sus manos y el actual momento de gloria, lo transforman en el solista de esa grabación de aquel importante Noneto de jazz.

 
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Eliades Ochoa

Desde niño tomó las calles, una guitarra y un sombrero. Luego dejó la calle. Se quedó con sombrero y guitarra. Es uno de los más jóvenes del grupo. Acompaña a Compay Segundo en el tema emblema del suceso, Chan Chan. Proviene de Santiago, pasó por la mítica Casa de la Trova. Tiene una potente voz que acompaña con su extraña guitarra. Se incorpora al Cuarteto Patria, fundado en 1939 cuando Ochoa tenía apenas siete años de edad, en 1978.
Es uno de los solistas con más actividad después de Buena Vista... Grabó un disco con el ídolo africano Manu Dibango. Recientemente editó un disco con la discográfica Virgin, donde destaca el tema y el video del tema Píntate los labios María.

 

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Omara Portuondo

Se le hizo propaganda durante la Revolución. Ella y Elena Burke trataban de demostrar que Celia Cruz no era la única que tenía azúcar. Valía la pena, las dos primeras señoras provenían del cuarteto mujeril Las Aídas, fundado en 1952. Ahora, en estos tiempos, Omara, con sus setenta años, es la única mujer de este sabroso asunto. Y, siguiendo la experiencia de Ibrahim Ferrer con su disco solista, World Circuit acaba de sacar el tercero de la saga con ella como protagonista: Buena Vista Social Club Presents... Omara Portuondo, grabado entre diciembre de 1999 y febrero del 2000 en los mismos Estudios Egrem de La Habana y logrando los niveles de calidad de los anteriores y el mismo sonido entre añejo y vanguardista. Está producido por Nick Gold y Jerry Boys, pero esta vez no interviene Ry Cooder.

 
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Cachaíto López

Bajista, todo un maestro al tocar el son, que combina curiosamente con la academia. Interpreta tanto a Bach como a Matamoros, al igual que su padre Orestes, maestro de las cuerdas con arco, supuesto inventor del mambo y hermano de Cachao. Ahora, Cachaíto, sobrino de Cachao, quien comenzó a tocar profesionalmente desde los 13 años, se le reconoce, a los 67, como uno de los mejores instrumentistas de este hermoso instrumento.

 

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Juan de Marcos González

Tiene la batuta de A Toda Cuba le Gusta, disco de Afro Cuban All Stars, competidor también en el Grammy de 1997. En 1999 editó, Distinto, diferente, el segundo de la agrupación, con ventas millonarias y una gira exitosa. Juan de Marcos es miembro director del grupo cubano Sierra Maestra. Toca además el tres. Es el alma de estos proyectos; les ha facilitado las cosas a Ry Cooder y Nick Gold.

 
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Manuel Puntillita Licea

Tiene 73 años y fue famoso en los años cincuenta cantando nada más y nada menos que con la Orquesta de Julio Cueva y La Sonora Matancera. Ha aparecido en casi todos los discos de esta onda del sello World Circuit.

 

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Amadito Valdés.

Timbalero y habanero de 54 años, hijo de músico del mismo nombre. Tocó en la orquesta gigante de Benny Moré, con Chico O´Farril y las Estrellas de Areíto. Tiene mucha actividad en Estados Unidos. Aprendió directamente de Walfredo de los Reyes y con Guillermo Barreto, el timbalero mayor de Cuba.

 
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Pío Leyva.

Tiene 85 años y seguramente todos lo habíamos oído mucho antes sin percatarnos, ya que fue cantante de las orquestas de los hermanos Castro, de Bebo Valdés, Noro Morales, de la Billo's Caracas Boys, de las Estrellas Areíto. Se le conoce en Cuba como El Montunero y ha compuesto varias de las canciones que todo el Caribe ha bailado por mucho tiempo. Participa también en los dos CD de Afro Cuban All Stars.

 

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Barbarito Torres.

Toca el exótico laúd cubano, desde los diez años, como si fuera un tres, pero el instrumento medieval tiene tradición en la música guajira cubana. Tiene un CD, Havana Café de 1999 que funciona bastante bien, sobre todo cuando participan los veteranos invitados.

 
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Manuel Guajiro Mirabal

Excelso trompetista de 65 años. No podía faltar una trompeta en estas sesiones. En varios temas su instrumento es el único
viento y su ejecución intachable.

 

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Aguaje Ramos.

Es uno de los trombonistas de moda en Cuba, además dirige Buena Vista en los conciertos en vivo y poco a poco va ganando notoriedad. Es director musical acompañando a Demetrio Muñiz del disco Buena Vista Social Club Presents... Omara Portuondo.

 
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Cine con son  

El boom de la salsa
tiene, dentro de
sus orígenes,
una porción en
celuloide.
Nuestra Cosa Latina
es un vívido retrato de
la realidad latinoamericana
de Nueva York

Las películas mexicanas bailaron, frente a nuestros ojos, al ritmo del mambo, con Pérez Prado como héroe indiscutible del sarao, y con las bombas Tongolele, Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, y muchas otras, que "tienen más curvas que la vuelta de la culebra", como escribiera Tite Curet Alonso en aquella canción. Estas batidoras de carne y hueso, hacían sucumbir a sus alegres parejas, llamadas Tin Tan, Resortes y hasta Cantinflas. Los cantantes, mejores no podían ser, Benny More, Cascarita o Kiko Mendive, todos cubanos. El último conmueve, particularmente, porque, cuando se termina de ocultar la estrella mexicana de su época gloriosa del cine, cruza el Caribe para instalarse, hasta su muerte en Caracas en marzo de 2000, en programas de chabacano humor de la televisión venezolana.
Pasó mucho tiempo y el musical latinoamericano abandonó el plató. Entonces los documentales nostálgicos unos, y sociológicos otros, se podían ver de vez en cuando.
Una película, de unos siete u ocho años años después del inicio de la Revolución Cubana, Nosotros somos la música, mostraba una Habana aún rumbera, con muchos de sus integrantes intactos. Es un largometraje documental, dirigido por Rogelio París.
El boom de la salsa tiene, dentro de sus orígenes, una porción en cinemascope. Nuestra Cosa Latina es un vívido retrato de la realidad latinoamericana del Nueva York. El "barrio" es el protagonista, junto a las memorables Estrellas de Fania en sus conciertos del local de Manhattan, Cheetah, en 1971. Su director, León Gast, dos décadas después, ganaría un Oscar por su documental When We Were Kings, sobre el combate de Mohamed Alí y George Foreman en 1975 en la capital de lo que en ese tiempo era Zaire. También, dos años después, del mismo director y del mismo equipo, sale la película Salsa, más pretenciosa y menos efectiva que la primera, deja, sin embargo, registro de maravillosos momentos de esta música, como cuando Cheo Feliciano entona El Ratón o unas excelentes imágenes de Celia Cruz, en una de sus mejores presentaciones en vivo, con Bemba colorá.
No hay mucho que desatcar exceptuando uno que otro soundtrack hasta que en 1994 se estrena el documental en que Andy García desagravia de tanto olvido a Israel Cachao López. Famoso desde los cuarenta, cuando con su hermano Orestes, inventó el mambo. Cachao patentó la "descarga", jam session cubana, donde los músicos se lucen para demostrar sus destrezas. Al principio de los sesenta Cachao López emigra a Estados Unidos. Para la siguiente década, su fama y creatividad queda diluida entre los grandes nombres de la salsa. Sin embargo, el actor nacido en Cuba, lo puso a protagonizar el documental Como mi ritmo no hay dos, grabando concierto y entrevista al olvidado contrabajista. Con grandes músicos logran unas grabaciones de antología, devolviéndonos una descarga sin histeria y sin estridencia, que aportó mucho al resurgir de la música cubana, en dos volúmenes titulados Master Sessions I y II.